Muchos conocemos la teoría de que la personalidad se forma en los siete
primeros años de vida de una persona, que el ambiente en el que se vive la
determina, que la cultura juega un gran papel en su creación, pero pocos son
conscientes de la importancia que tienen el entorno prenatal y el momento del
nacimiento en su formación.
Desde el momento de la concepción, el bebé cuenta con una carga genética
que determinará sus caracteres psico-orgánicos (neurocognitivos) y
peculiaridades que formarán parte de su personalidad, pero hay más que eso. El
Dr. Thomas Verny, psiquiatra experto en el tema (autor de “La vida secreta del
niño antes de nacer” y “El vínculo afectivo con El Niño que va a nacer” entre otros)
plantea que el niño aún no nacido es un ser consciente, que siente y recuerda y
que todo cuanto ocurra durante el período de gestación va moldeando y formando
la personalidad, los impulsos y sus pensamientos de manera significativa. Según
nuevos y alentadores estudios el niño intrauterino sería sensible a matices
emocionales excepcionalmente sutiles. Y puede sentir y reaccionar no sólo ante emociones
amplias e indiferenciadas como el amor y el odio sino también ante complejos
estados afectivos más matizados como la ambivalencia y la ambigüedad.
Las emociones de la madre son un gran factor
determinante en la personalidad del bebé. Las emociones son procesos internos
que se producen por una combinación de cambios químicos que ocurren en el
cuerpo de la madre y circulan a través del torrente sanguíneo hasta la placenta
y, luego, al bebé por el cordón umbilical, por lo que tienen una relación
directa con el desarrollo de su personalidad. Luego si una mujer vive su
embarazo de manera positiva, se liberarán endorfinas que, no solo ayudan a
regular el ritmo cardíaco del bebé, sino que le proporcionan un estado de
bienestar necesario para la correcta gestación de su personalidad.
Por el contrario, si un embarazo se vive en constante
tristeza o depresión, se liberarán otro tipo de sustancias químicas que harán
que el bebé sea más propenso a desarrollar un coeficiente intelectual más bajo,
dificultades a la hora de relacionarse o incluso sufrir de estas mismas
afecciones.
Por otra parte, la forma de nacer es otro agente que forma parte de la
personalidad de una persona. Así, una persona que ha nacido mediante cesárea suele
ser más reticente a los cambios y tendrá más dificultad al concentrarse,
mientras que las personas que nacen mediante partos en los que se ha administrado
oxitocina sintética acostumbran a tener más prisa o una mala gestión del
tiempo. Otra técnica usada en partos es la aspiradora quirúrgica, las personas
que nacen por este método tienden a ser individuos frustrados, con problemas de
autoridad y autoestima.
En conclusión, se deben tener en cuenta todas
estas circunstancias a la hora de entender la personalidad de una persona, por
qué es de una manera u otra, y sobre todo, lo padres deberían tener en consideración
lo anteriormente nombrado a la hora de ayudar a los hijos a “desarrollar” su
personalidad.
Saila Medina Leskinen 2ºBAC A
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