La
Teoría de las Inteligencias Múltiples fue ideada durante la década
de los 80 por el psicólogo estadounidense Howard Gardner, contraria
a la creencia de una inteligencia única. Gardner propuso que la vida
humana requiere del desarrollo de varios tipos de inteligencia y que
las capacidades de nuestra mente no forman parte de una sola
habilidad llamada inteligencia, sino de muchas. Según esta teoría,
cada persona dispone de varios tipos de habilidades mentales,
concretamente 8 (aunque el propio autor reconoce que probablemente
existan más que aún no han sido descubiertas), que utilizan
diferentes zonas del cerebro que se conectan entre sí pero que
pueden trabajarse de manera individual. Esto desbanca el paradigma de
la relación entre méritos académicos e inteligencia, por lo que el
concepto de enseñanza tradicional queda de la misma forma obsoleto,
ya que típicamente, en la cultura occidental, se ha hecho mucho
hincapié en las inteligencias matemático-lógicas, verbal o
lingüísticas, relegando otras como la inteligencia cinestésica.
Estos
sesgos, añadidos a la teoría tradicional de la inteligencia, han
limitado nuestro desarrollo de planes de estudios, estrategias de
enseñanza y métodos de evaluación, incluyendo la manera de medir
la inteligencia. ¿Cuántos niños han podido ser infravalorados por
no estar dentro de la media de estas inteligencias “importantes”?
Por
lo tanto, el
nuevo reto del sistema educativo, que puede dar comienzo a pequeña
escala por parte de los profesores en las aulas, consiste en
identificar las fortalezas y debilidades del niño,
gestionarlas
y desarrollarlas
de
acuerdo
a
éstas.
Por
ejemplo, la inteligencia lógico-matemática, en la que se basaban
históricamente los baremos del antiguo concepto de inteligencia se
podría potenciar con la utilización de experimentos y la resolución
de acertijos, juegos de lógica o juegos matemáticos. La
inteligencia verbal, es decir, la capacidad para comunicar tanto
oralmente como por escrito o gesticulando, contrario a lo que se
pueda creer, se puede fortalecer con actividades como la lectura
o puesta en común de experiencias, comentando textos, preparando
debates, charlas o la exposición de trabajos, o con otras
actividades más creativas e innovadoras como organizar una radio o
la escritura de un libro en común. La inteligencia visual-espacial,
relativa a la diferencia de perspectivas, se favorece con el uso
de esquemas y de mapas conceptuales, el dibujo, actividades
como hacer murales o la exposición de trabajos con el uso de
imágenes, si puede ser realizadas por el propio alumno.
En
cuanto a las inteligencias menos trabajadas en el aula, la
inteligencia cinestésica-corporal, se puede impulsar con la
dramatización en la explicación de algún tema y con el ejercicio
físico (utilización de dinámicas de movimiento en la explicación).
La
inteligencia musical se potencia con la creación de ritmos o
con juegos musicales o tocando algún instrumento. La
inteligencia interpersonal, de gran importancia a día de hoy, es la
referida a la comprensión de las circunstancias de aquellos que nos
rodean, se puede mejorar principalmente con actividades de grupo. La
inteligencia intrapersonal, el bienestar con uno mismo, se
fortifica con la expresión de los sentimientos.
Por
último, la
inteligencia naturalista se desarrolla con salidas y actividades
en la naturaleza o haciendo proyectos de investigación.
Este
modelo de enseñanza basado en diferentes estrategias para la
adquisición de conocimientos puede parecer a día de hoy una utopía,
así como el evaluar de manera personalizada a cada alumno, sin
embargo, algún día reconoceremos que somos seres diferentes, con
distintos tipos de inteligencias, más complejos y más completos que
este anticuado concepto de inteligencia. Será entonces cuando
comprendamos la grandeza de todo ser humano.
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